Dinámicas económicas en la Cuenca de Magdalena, Jalisco, surgió en el año 2019 gracias a su adscripción al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su antecesor fue el “Proyecto de delimitación y mapificación de la Isla de Atitlán y sus zonas Aledañas” (2010-2018), dirigido por la misma responsable; la arqueóloga Ericka Sofía Blanco Morales y asesorado por las investigadoras Yoko Sugiura Yamamoto, Mari Carmen Serra Puche, Magdalena García Sánchez y María de los Ángeles Olay Barrientos. En esa etapa, el proyecto consistió en un recorrido sistemático de superficie de un contexto isleño que se eleva dentro de ahora paleolago de Magdalena, para rastrear el modo de vida lacustre. En las últimas temporadas de trabajo, gracias a una colaboración con el centro CIGA-UNAM Campus Morelia, se trabajó en la reconstrucción del paleoclima de la cuenca a través de un análisis sedimentario, cuya muestra fue obtenida por nucleaciones.  En el marco del mismo proyecto, y con apoyo de la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, se realizó un ejercicio de socialización y rescate del recuerdo lacustre, específicamente de la producción artesanal de petates, en la comunidad de San Juanito de Escobedo, Jalisco, pues esta actividad caracterizó la economía del pueblo antes de la desecación del cuerpo acuífero.

El proyecto explica las dinámicas económicas en la cuenca a través del aprovechamiento de recursos. Inicia con la huella arqueológica de un espacio de actividades constantes localizado en la isla de Atitlán, en lo que alguna vez fue el interior del lago. Esas actividades estaban destinadas a la elaboración de instrumentos de obsidiana de raspado, corte y raído, mismos que fueron empleados para el aprovechamiento de un recurso lacustre en el mismo lugar. Con la aplicación de estrategias etnográficas reconocemos que la región, específicamente en el municipio de San Juanito de Escobedo, se caracterizó por el trabajo de tejido de petates antes de la desecación del lago. Esa actividad incluso concedió a los pobladores el apelativo de "Petateros de San Juan". El reconocimiento del proceso, el hallazgo del espacio productivo y las evidencias microscópicas encontradas llevaron a una nueva interrogante arqueológica, referente a la economía lacustre mesoamericana.